Don Ernesto y el secreto para hacer florecer al nogal

 

Escrito por equipo AUSTAR LATAM

Don Ernesto nació entre nogales. Su abuelo le enseñó a leer el campo como quien lee un libro antiguo: con paciencia, con respeto y con intuición. En su rancho, ubicado al norte de México, la nuez pecana no era solo un cultivo, era parte de la familia.

Durante décadas, vio pasar buenas y malas cosechas. Sabía que para tener éxito con el nogal pecanero se necesitaba más que agua y sol. Había que entender el momento justo de podar, cuidar el clima, vigilar los nutrientes y confiar en la tierra. Pero los tiempos cambian, y el clima también.

Un año, tras una poda mal sincronizada, una brotación temprana y semanas de calor inusual con exceso de agua, los nogales comenzaron a responder de manera extraña. Crecían mucho, demasiado. Las ramas parecían competir entre sí, pero los frutos… escasos. “Parecían niños inquietos sin dirección”, bromeaba Don Ernesto.

Fue entonces cuando un ingeniero agrónomo, joven pero sabio, le habló de AuStar, un bioestimulante diseñado para ayudar al nogal a redirigir su energía. No era un fertilizante común, sino una tecnología que equilibraba el crecimiento y mejoraba los procesos naturales del árbol: la floración, el cuajado y el llenado del fruto.

Don Ernesto decidió probarlo. No con grandes esperanzas, pero con la curiosidad del hombre que sabe que el campo siempre tiene algo nuevo que enseñar.

Aplicó AuStar en algunos árboles jóvenes y en otros más desarrollados. Las semanas pasaron, y algo empezó a cambiar. “Los árboles se veían más serenos, más enfocados”, contaba. La floración fue más uniforme, el amarre de flor más firme y el llenado del fruto más completo.

Lo que más lo sorprendió fue ver cómo los árboles jóvenes empezaron a producir uno o dos años antes de lo habitual. Y no solo eso: la necesidad de podar se redujo notablemente. Menos trabajo, menos estrés para la planta y una mejor cosecha.

“Esto no es magia”, decía Don Ernesto, “es tecnología que entiende a la naturaleza. AuStar no fuerza al nogal, lo guía. Es como un buen maestro: no empuja, orienta.”

Desde entonces, AuStar se volvió parte de su rutina. Cada temporada, lo aplica con la misma calma con la que riega, poda y camina entre sus árboles. Para él, ya no se trata solo de producir más, sino de producir con sentido, cuidando tanto el fruto como al árbol.

Hoy, Don Ernesto comparte su experiencia con otros productores de la región. Les habla del equilibrio, de escuchar al campo, y de cómo una tecnología bien aplicada puede cambiar el rumbo de una cosecha.

“Si tú cuidas al nogal, el nogal te cuida a ti”, dice con una sonrisa bajo su sombrero de palma, mientras observa las ramas cargadas de nueces.

Y así, como él aprendió del abuelo, ahora son otros quienes aprenden de Don Ernesto… y del secreto que florece en cada árbol: con AuStar, todo tiene su tiempo y su forma.